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Mostrando entradas de enero, 2024

Al filósofo y poeta Jimmy Puerto

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  A Jimmy Puerto , filósofo cínico, amigo delirante. Vas y vienes sin que los otros te vean como los recuerdos que se resignan a vagar por los mismos lugares sin los ojos de aquellos que podían sustentarlos. Vas y vienes y caminas como los peregrinos que pagan promesas. Tu promesa: arder en preguntas y no llegar a ninguna parte. A tu edad los hombres forman familias hablan con seriedad pontifical son infieles a sus esposas beben alcohol después de la jornada laboral hablan del carro que van a comprar de la mujer en posición horizontal a sus deseos. Del ascenso. Siempre del ascenso. Tú, en cambio, me hablas de Pascal como si fuera tu vecino de la vereda San Rafael. Me hablas de Baudelaire como si fuera el parroquiano con el que te sientas a jugar ajedrez en el parque principal todas las tardes. Me hablas de tantas cosas, bellas y elocuentes, que los otros no alcanzan a comprender por la devoción enfermiza que profesan a lo puntual, a lo sencillo, a lo masticado por los otros. Co...

Al poeta Gonzalo Arango

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  Al poeta Gonzalo Arango, escuchando un poema en su voz Ante el exceso de información en internet la voz del poeta emergiendo del pasado para reconfortarme Ante el bullicio de los vídeos y los reals, su voz melodiosa cual si fuera un atardecer de verano en el que se encienden todos los objetos con su fulgor definitivo. Ante la banalidad de los comentarios diarios su poesía hermosa, satírica y profética. He ahí la pregunta, la respuesta y de nuevo la pregunta. No busques en la poesía un remedio definitivo. Para eso existe el engaño de las boticas y los médicos que venden sus prodigios de culebreros en los programas radiales matutinos. No busques en la poesía una respuesta definitiva. Para eso existen los doctores honoris causa, la verborrea de los políticos colombianos y los burócratas encorbatados envarados y rígidos en su chaleco del domingo. Siéntela, hermano, hermana. ¡Siéntela! Déjate llevar. Escucha la voz del poeta. Escuch...

El poema y las mujeres

  Lo bueno de escribir un poema es que todas las mujeres que me admiran- o que se admiran a través de mí- piensan que el poema va dirigido enteramente a ellas. Algunas me hacen saber su parecer. Casi todas se engañan, por supuesto. A veces no va dirigido a una mujer en específico. Va dirigido a un ideal que he querido crear o que me esfuerzo en destruir después de la desilusión y del dolor.

Devúelvele. Poema. 24 de enero de 2024

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  Devuélvele los ojos a tus ojos  como antes de que me vieras.  Devuélvele las manos a tus manos  como antes de que me tocaras.  Devuélvela la risa a tu risa  como antes de que me hechizaras.  Devuélvele el cuerpo a tu cuerpo.  Deja que tu cuerpo se pierda en el cuerpo donde mi amor conocerá tu olvido.

La lectura

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  Leer es una de las formas más divertidas de no hacer nada. El cuerpo trabaja, pero solo para los fines del pensamiento. Uno lee una historia tres veces por el hecho mismo de que la historia es divertida, no para obtener los datos precisos que se registran en una enciclopedia. Aún así, la memoria trabaja por repetición, y los rasgos más interesantes- no siempre los más importantes- de las historias quedan registrados en nuestra mente. Rasgos que quizá volvamos utilitarios para los mismos fines de la creación literaria. Rasgos que quizás, como las cosas verdaderamente importantes de este mundo, nunca utilizaremos para nada práctico, excepto para el mismo ejercicio deleitable de la imaginación y el pensamiento.

Poema 7. Noche raquireña. 13 de enero de 2024

  (VII)  Noche raquireña.  Noche estrellada.  Noche en la que el prado se tiende  bajo un manto de oscuro rocío.  Noche que rodeas esta casa la de barro y caña, la de los abuelos.  Noche que rezas con tu rosario de grillos.  Noche que borras de la faz de la tierra  los árboles, los perros, las flores, los caminos.  (todos esos lugares en los que quiero).  Borra también, te pido por favor,  esos recuerdos malignos que se me pudren en el corazón.  Ayúdame con ello, noche raquireña. A ti no te cuesta demasiado.  Yo prometo volver en una de tus noches  -querida noche-  y pagar con mi cuerpo  -ya reposado de tantas fatigas- para que se convierta en la imprevista guaca  del ambicioso que busca oro  y ha encontrado en su lugar  ¡Oh suerte la suya!  los despojos blancuzcos e inútiles de un poeta. 

La abuela y el nieto

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  Se levanta a las cuatro y media, cuando el aire purificado de la madrugada se entremezcla con el canto de los primeros gallos. La cocina de piedra se enciende entonces con su ventana, que resplandece en la oscuridad como un ojo de lumbre, y los cuerpos abrasantes de los leños alimentan con su llama y su humareda el sabor del café bien oscuro y levemente azucarado con el que recibe a sus hijos y a sus nietos cuando acuden a visitarla.  Diríase que habita otro ámbito de silencio, soledad y tiempo. Después del tinto y el desayuno, que consiste en caldo de papa con carne y cilantro, chocolate espeso y un pan raquireño, dulcemente endurecido, la abuela prepara una soga que termina en una argolla, una pequeña ruana delgada y florecida a guisa de hombrera y un machete corto, plateado, bien afilado, para ir al otro lado, a la finca que se conoce como Los arrayanes, donde buscamos entre los robles y los eucaliptos algunas ramas caídas al pie de los troncos, algunos troncos ya resecos...

Apunte 2- El zapatero

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  Hoy recorrimos con J las calles de Aracataca en busca de un lugar donde vivir cómodamente sin tener que pasar por turistas, es decir, sin pagar 60 o 70 la noche por una habitación impersonal de hotel. Como vamos a quedarnos un mes, poco más o menos, decidimos que lo mejor era sacar una casa en alquiler. En el hotel mismo donde nos estábamos quedando nos ofrecieron una habitación por una mensualidad de 600. En otros hostales más o menos cómodos el arriendo no rebajaba de 800. En la casa de un ingeniero nos ofrecieron una habitación compartida en 700, lo cual parece barato si se tiene en cuenta que con J podíamos repartirnos el pago a partes iguales. Allá nos prestaban, además, el patio, la cocina y una alberca de buen tamaño. El asunto del caso-y se lo dejé muy claro a J desde el principio- es que yo no deseaba compartir un cuarto con ella. No por un escrúpulo de novio fiel sino porque me conozco muy bien y no estoy para supeditarme a los horarios y reglas de una completa extraña,...